Jenófanes, Fragmentos Probablemente Auténticos,
Los Filósofos Presocráticos, t. I, Gredos, Madrid, 1978.
Ateneo, XI 462e:
Ahora, pues, es puro el suelo y puras las manos
y los cálices. Uno ciñe coronas entrelazadas;
otro vierte agradable perfume en un vaso.
La crátera está colocada rebosante de alegría;
otro vino, a punto, que promete no ha de faltar
nunca,
dulce en las ánforas, oliendo a flor.
En el medio, el incienso despide un aroma santo;
hay agua fresca y dulce y pura,
al lado panes dorados y una mesa de honor
colmada de queso y miel espesa,
y en el centro un altar adornado con flores por
todos lados.
Canto y ambiente festivo dominan la casa en todo
su contorno;
y en primer lugar conviene que varones prudentes
canten
himnos a dios, con mitos piadosos y discursos
puros.
Después de haber ofrecido libaciones y orado para
poder hacer
las cosas juntas –pues esto es lo que más de
acostumbra-,
no es insolencia beber hasta el punto en que
pueda volver
a casa sin ayuda de un siervo, si no se es
anciano.
Entre los varones es de alabar aquel que, tras
beber, manifiesta cosas nobles,
según le permiten la memoria y el esfuerzo por la
virtud,
pero no se preocupa en luchas de Titanes ni de
Gigantes
ni tampoco de Centauros, ficciones de los
antiguos,
o de disensiones violentas, en las que nada útil
hay;
siempre, en cambio, es un bien tener a
consideración a los dioses.
Ateneo, X 413f:
Pero si con la rapidez de los pies obtuviera
alguien victoria
sea en el pentatlo, donde está el templo de Zeus
junto a las corrientes del Pisa en Olimpia, sea
en la lucha,
sea en el doloroso pugilato
o bien en la terrible competencia que llaman
pancracio
sería más ilustre ante la mirada de sus
conciudadanos,
disfrutaría de un visible lugar de privilegio en
las reuniones
y sería alimentado por el erario público
gracias al Estado, y recibiría un regalo que
sería un tesoro para él.
Y también si venciera con caballos, él obtendría
todas esas cosas,
sin merecerlo como yo. Pues más valiosa que la
fuerza
de varones o de caballos es nuestra sabiduría.
Pero sin querer uno se acostumbra a esto, si bien
no es justo
preferir la fuerza a la verdadera sabiduría;
pues aunque entre el pueblo hubiera un buen
púgil,
o quien prevaleciera en el pentatlo o en la lucha
o en la velocidad de los pies –lo cual es
sumamente apreciado
entre cuantas obras de fuerza hay en las
competiciones de hombres-,
no por eso el Estado contaría con un mejor orden.
Escaso disfrute para el Estado se produciría con
esto:
con que algún competidor venciera en las riveras
del Pisa;
pues tales cosas no engordan las arcas del
Estado.
Ateneo, XII 526a:
Tras aprender de los lidios una lujuria
perniciosa,
mientras vivían sin una odiosa tiranía,
marchaban hacia el ágora con mantos de púrpura,
en conjunto no menos de mil,
jactanciosos, adornados con apuestas cabelleras,
impregnadas de aroma con refinados ungüentos.
Ateneo, XI 18, 782a:
Nadie mezclaría en una copa vertiendo primero vino,
sino agua y sobre ella vino.
Ateneo, IX 368e:
Cuando enviaste un muslo de cabrito recibiste una
pingüe pata
de toro engordado, obtenida en homenaje a un
varón
cuya gloria se extenderá sobre toda Grecia sin
cesar,
mientras exista la raza de los aedos griegos.
Diógenes Laercio, VIII 36:
Ahora voy a abordar otro tema, y mostraré el
camino.
Y una vez, al pasar por donde un cachorro era
castigado
cuentan que se compadeció y dijo estas palabras:
detente, no lo golpees; pues en verdad es el alma
de un varón
amigo: la reconocí al oír el sonido de su voz.
Diógenes Laercio, IX 18:
Ya son sesenta y siete los años
que agitan mi desvelos a través de la tierra
griega,
y desde mi nacimiento hasta entonces había pasado
otros veinticinco,
si es que sé hablar con verdad acerca de estas
cosas.
Etymologicum Genuinum:
Mucho más débil que un hombre envejecido.
Herodiano, Perì Dichrónôn 296, 6:
Pues desde antiguo todos han aprendido de acuerdo
con Homero.
Sexto Empírico, Adversus Mathematicos IX 193 y I
289:
Homero y Esíodo han atribuido a los dioses todo
cuanto es vergüenza e injuria entre los hombres,
y narrado muy a menudo acciones injustas de los
dioses:
robar, cometer adulterio y engañarse unos a
otros.
Clemente de Alejandría, Stromateis V 109:
Pero los mortales creen que los dioses han nacido
y que tienen vestido, voz y figura como ellos.
Clemente de Alejandría, Stromateis V 110:
Pero si los bueyes, (caballos) y leones tuvieran
manos
o pudieran dibujar con ellas y realizar obras
como los hombres,
dibujarían los aspectos de los dioses y harían
sus cuerpos,
los caballos semejantes a los caballos, los
bueyes a los bueyes,
tal como si tuvieran la figura correspondiente (a
cada uno).
Clemente de Alejandría, Stromateis VIII 22:
Los etíopes (dicen que sus dioses son) de nariz
chata
y negros; los tracios, que (tienen) ojos azules y
pelo rojizo.
Escolio a Aristófanes, cab. 408:
Alrededor de la sólida morada hay plantadas
(ramas del) abeto.
Estobeo, Eclogae Physicae, Dialecticae et Eticae
I 8, 2:
Pues los dioses no revelaron desde un comienzo
todas las cosas a los mortales,
sino que éstos, buscando, con el tiempo descubre
lo mejor.
Ateneo, Epít. II 54e:
Conviene, en la estación invernal, decir estas
cosas junto al fuego,
echado sobre un lecho blando, satisfecho,
mientras se bebe dulce vino y se come garbanzos:
¿quién eres y de donde,
entre los hombres, vienes? ¿cuántos son tus años, noble varón?
¿qué edad tenías cuando llegó el medo?
Clemente de Alejandría, Stromateis V 109:
Un único dios, el supremo entre los dioses y
hombres,
ni en figura ni en pensamiento semejante a los
mortales.
Sexto Empírico, Adversus Mathematicos IX 144:
Todo (él) ve, todo (él) piensa, todo (él)
escucha.
Simplicio, Física 23, 20:
Pero sin trabajo, con la (sola) fuerza de la
mente, hace vibrar todas las cosas.
Simplicio, Física 23, 11-12:
Permanece siempre en el mismo (lugar), sin
moverse,
ni le conviene migrar de un lado a otro.
Aecio en Teodoreto, IV 5:
De la tierra nacen todas las cosas y en la tierra
terminan todas.
Aquiles Tacio, IV 34, 11:
Este límite superior de la tierra que se ve junto
a los pies
toca el aire, pero hacia abajo se extiende hasta
lo más profundo.
Simplicio, Física 188, 32:
Tierra y agua son todas las cosas que nacen y
crecen.
Aecio, III 4, 4:
Fuente de agua es el mar y fuente de viento;
pues ni en las nubes (nacería la fuerza del
viento
que sopla) desde afuera sin el mar inmenso,
ni las corrientes de los ríos ni el agua lluviosa
del éter,
sino que el gran mar es generador de nubes,
vientos
y ríos.
Heráclito Homérico, c. 44:
El sol se eleva por encima de la tierra y la
calienta.
Escolio Eustacio a Il. XI 27:
La que llaman Iris es también una nube
púrpura , roja y verde amarillenta a la vista.
Sexto Empírico, Adversus Mathematicos X 314:
Todos hemos nacido de tierra y agua.
Sexto Empírico, Adversus Mathematicos VII 49:
No hay ni habrá un varón que haya conocido lo
patente
o haya visto cuantas cosas digo acerca de dioses
y de todo.
Pues aunque llegara a expresar lo mejor posible
algo acabado,
él mismo no lo sabría; la conjetura, en cambio,
ha sido asignada a todos.
Plutarco, Questionum Convivalium 746b:
Que estas cosas sean conjeturadas (de modo que)
se asemejen a las verdaderas.
Herodiano, Perì Dichrónôn 296, 9:
Cuantas cosas se han manifestado a los mortales
han de ser vistas.
Herodiano, Perì Monérous Léxeôs 30, 30:
También en ciertas cavernas gotea agua.
Herodiano, Perì Monérous Léxeôs 41, 5:
Si dios no hubiese engendrado la miel
amarillenta, se diría
que los higos son muchos más dulces (de lo que
nos parecen).
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