LOS DESVELOS DEL DOXÓGRAFO

La tradición doxográfica consistía en recopilar, de diversas maneras, las opiniones de terceros autores.
¿Es posible otra escritura?
En la historia, los nombres y las fechas son circunstanciales, mojones arbitrarios y consuelo de nuestras íntimas aspiraciones. Un nombre y una fecha no son más que una ilusión, que nos permite velarnos, espejarnos en el otro. Tal vez, para ocultar y evidenciar que no somos más que objetos tallados con la inmaterialidad de la palabra; objetos de sentido incierto, aunque a veces verosímil.
Somos hablados, decimos lo dicho. En el mejor de los casos armamos, con unas cuentas coloridas y los espejos que nos circundan, un universo de probabilidades imposible de explorar en una vida.
Sin embargo, hablamos. Nos hacemos a la mar en pos de Las Molucas demostrando que el encuentro, la metáfora, no es más que un accidente imprescindible.
La metáfora, multiplicadora de sentidos, siempre necesita del otro, que se los otorga. Se es dicho, bien o mal, pero se es dicho. Construcción colectiva, en la que el destino de cada letra que la forja ha extraviado la causalidad.
Somos meros vectores del lenguaje. Cada quien se las arregla, de alguna manera, con las voces que lo habitan. Todo otro ideal pareciera casi alucinado.

Jorge Pablo Yakoncick.







domingo, 6 de junio de 2010

ARISTÓTELES (Estagira, 384 - Eubea, 322 a. C.): la poesía como aprehensión representativa.

“Parece que el origen general de la poesía se debió a dos causas y ambas son de naturaleza humana. La imitación es algo natural para el hombre desde la infancia (y en esto se diferencia de los seres inferiores, pues el hombre tiene gran capacidad para la imitación, y aprende mediante esta habilidad sus primeros conocimientos); además los seres humanos gozan mediante la imitación. La verdad de este segundo punto se muestra por la práctica: muchos objetos que nos resultan penosos en el original nos causan placer cuando los miramos en las imágenes copiadas lo más fielmente posibles, como por ejemplo los animales más repulsivos y los cuerpos muertos.
La razón se encuentra en un hecho preciso: aprender es muy agradable y no sólo para el filósofo, sino también para el resto de los hombres, por mínima que sea su capacidad para ello; todos nos complacemos al observar algunas imágenes porque al mirarlas se aprende de ellas y se razona sobre el sentido de las cosas. Es decir, se aprende lo que cada cosa representa, y aunque uno no haya visto antes el objeto imitado, la obra de arte igual genera placer, no como imitación, sino por la mera ejecución, el color u alguna otra posible razón.
Por ser algo natural al hombre, la imitación así como también el sentido de la armonía y el ritmo (por cierto, los metros son especies de ritmos) a través de su original aptitud, y a través de una serie de mejoramientos progresivos, crearon la poesía a partir de improvisaciones.

Evolución de la poesía

La poesía se dividió rápidamente en dos clases, según las diferencias de carácter personal de los poetas, pues los más serios entre ellos imitan las acciones más nobles y a los hombres más célebres; mientras los de espíritu inferior representaban las acciones de los viles. Éstos últimos compusieron sátiras primero, así como los otros concertaron himnos y encomios (N: el primero, dedicado a una divinidad, el segundo a un humano).
No podemos citar una composición de ese género burlesco de los poetas pre-homéricos, aunque es probable que hubiera muchas. Pero, pueden encontrarse ejemplos, por cierto, desde Homero en adelante, en su obra Margites (N: epopeya cómica que se le atribuía, cuyo protagonista era un necio) y poemas de similar estilo de otros autores. Esta poesía produjo el metro yámbico como algo que era conveniente, por lo cual ahora también se llama yambo a esa poesía, ya que en dicho metro se dicen invectivas unos a otros. Como resultado se obtuvo que algunos poetas antiguos se convirtieron en autores de verso heroico y otros del yámbico.
Así como Homero, no obstante, es el poeta por antonomasia (fue en el estilo serio el mejor de los poetas, y también se destacó mediante el carácter dramático de sus imitaciones) asimismo, fue el primero en bosquejar la comedia al producir no una invectiva dramática, sino un cuadro de lo ridículo.
Así, el Margites guarda relación con la comedia, mientras que la Ilíada y la Odisea tienen analogías con nuestras tragedias.
Una vez surgidas la tragedia y la comedia, los poetas se volcaron a estos tipos de géneros, aquellos que eran poetas de yambos se transformaron en autores de comedias, y los otros que eran épicos se transformaron en autores de tragedias; ya que estos nuevos modos del arte resultaban más solemnes y de mayor aprecio que los anteriores.

Desarrollo de la tragedia

En cuanto a cuestionar si la tragedia ha llegado a su máximo de perfección, tanto en sí misma como en sus representaciones, es un problema para otra investigación. Habiendo comenzado ambas como improvisaciones, la tragedia se originó con los autores de los ditirambos, la comedia con las canciones fálicas, que todavía subsisten como instituciones en algunas de nuestras ciudades. Su crecimiento fue lento, con muchas transformaciones y tras superar varias etapas se detuvo al alcanzar su forma natural y propia.
Esquilo elevó el número de actores de uno a dos, además disminuyó la importancia del coro, e hizo que el diálogo asumiera la misión decisiva en el drama. Sófocles agregó un tercer actor e introdujo la escenografía.
La tragedia se dignificó, se deshizo de argumentos breves y del lenguaje burdo, que se debía al haber nacido de los coros de sátiros (N: constituían el coro de Dioniso), y alcanzó más tarde un tono de dignidad.
Su metro, por otra parte, cambió del tetrámetro trocaico al trímetro yámbico. La razón apra el uso originario del tetrámetro trocaico se debía a que la poesía era satírica y estaba más relacionada con la danza que lo que sucede ahora. A su vez, con la introducción de la parte hablada, la naturaleza misma encontró el metro adecuado. Pues el yambo es el metro más adecuado para la conversación, como se comprueba por el hecho de que muy a menudo caemos en él al dialogar, mientras que resulta raro que hablemos en hexámetros, y esto sólo se da cuando nos alejamos del tono normal de la conversación. Por otro lado está la pluralidad de episodios o actos.
En cuanto a lo restante, los arreglos y el relato de su introducción, démoslo por explicado, pues sería una tarea muy larga revisar a cada uno en detalle”.

Aristóteles, Capítulo IV."Origen y evolución de la poesía y de la tragedia". Poética, GZ, Bs. As., 2005.

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