Carlos Drummond de Andrade
(Itabira, 1902 – Río de Janeiro, 1987)
SENTIMENTAL
Me pongo a escribir tu nombre
con fideos de letritas.
En el plato, la sopa se
enfría, llena de escamas
desgraciadamente falta una
letra
¡una letra solamente
Para acabar tu nombre!
-¿Estás soñando? ¡Mira que la
sopa se enfría!
Yo estaba soñando…
Y hay en todas las conciencias
este cartel amarillo:
“en este país está prohibido
soñar”.
EN MEDIO DEL CAMINO
En medio del camino había una
piedra
había una piedra en medio del
camino
había una piedra
en medio del camino había una
piedra.
Nunca me olvidaré de ese
acontecimiento
en la vida de mis retinas tan
fatigadas.
Nunca me olvidaré que en medio
del camino
había una piedra
había una piedra en medio del
camino
en medio del camino había una
piedra.
CABARET MINEIRO
La bailarina española de
Montes Carlos
danza y danza en la sala
mestiza.
Cien ojos morenos están
desnudando
su cuerpo gordo picado de
mosquitos.
Tiene una señal de bala en el
muslo derecho,
la risa postiza de un diente
de oro,
pero es linda, linda, gorda y
satisfecha.
¡Cómo bambolea las nalgas
amarillas!
Cien ojos brasileños están
siguiendo
el balanceo dulce y suave de
sus tetas…
NO TE MATES
Carlos, sosiégate, el amor
es eso que estás viendo:
hoy besas, mañana no besas,
pasado mañana es domingo
y el lunes nadie sabe
qué pasará.
Es inútil resistir
o aun suicidarse.
No te mates, oh no te mates,
resérvate todo para
las bodas que nadie sabe
cuando vendrán,
si es que vendrán.
El amor, Carlos, tú telúrico,
la noche pasó en ti
y los complejos sublimándose,
allá adentro un barullo
inefable,
oraciones,
victrolas,
santos que se persignan,
anuncios del mejor jabón,
barullo que nadie sabe
de qué, para qué.
Mientras tanto caminas
melancólico y vertical.
Eres la palmera, eres el grito
que nadie oyó en el teatro
y todas las luces se apagan.
El amor en la sombra, no, en
la claridad,
es siempre triste, hijo mío,
Carlos,
pero no digas nada a nadie,
nadie sabe ni sabrá.
LOS HOMBROS SOPORTAN EL MUNDO
Llega un tiempo en que no se
dice más: Dios mío.
Tiempo de absoluta depuración.
Tiempo en el que no se dice
más: mi amor.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas el
rudo trabajo.
Y el corazón está seco.
En vano mujeres llaman a tu
puerta, no abrirás.
Quedaste solo, la luz se
apagó,
pero en las sombras tus ojos
resplandecen enormes.
Eres todo certeza, ya no sabes
sufrir.
Y nada esperas de tus amigos.
Poco importa que venga la
vejez ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo
y él no pesa más que la mano
de una criatura.
Las guerras, las hambres, las discusiones
dentro de los edificios
prueban apenas que la vida
prosigue
y que no todos se liberaron
aún.
Algunos, hallando bárbaro el
espectáculo,
preferirían (los delicados)
morir.
Llegó un tiempo en que nada se
gana con morir.
Llegó un tiempo en que la vida
es una orden.
La vida apenas, sin
mistificación.
MANOS JUNTAS
No seré el poeta de un mundo
caduco.
Tampoco cantaré al mundo
futuro.
Estoy prendido a la vida y
miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero nutren
grandes esperanzas.
Entre ellos, considero la
enorme realidad.
El presente es tan grande, no
nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos
de manos juntas.
No seré el cantor de una
mujer, de una historia,
no diré los suspiros al
anochecer, el paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes
o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni
seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el
tiempo presente, los hombres presentes,
la vida presente.
RECUERDO DEL MUNDO ANTIGUO
Clara paseaba en el jardín con
las criaturas.
El cielo era verde sobre el
pasto,
el agua era dorada bajo los
puentes,
otros elementos eran azules,
rosados, anaranjados,
el guardia civil sonreía, pasaban
bicicletas,
la niña pisó el césped para
atrapar un pájaro,
el mundo entero, Alemania,
China, todo era tranquilo alrededor de Clara.
Las criaturas miraban al
cielo: no estaba prohibido.
La boca, la nariz, los ojos
estaban abiertos. No había peligro.
Los peligros que Clara temía
eran la gripe, el calor, los insectos.
Clara tenía miedo de perder el
tranvía de las 11,
esperaba cartas que tardaban
en llegar,
no siempre podía usar vestidos
nuevos ¡¡¡Pero paseaba en el jardín, por la mañana!!!
¡¡¡Había jardines, había
mañanas en aquel tiempo!!!
BÚSQUEDA DE LA POESÍA
No hagas versos sobre
acontecimientos.
No hay creación ni muerte
frente a la poesía.
Ante ella, la vida es un sol
extático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios,
los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y
confortable cuerpo, tan indefenso a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu careta de
gozo o de dolor en la oscuridad
son indiferentes.
Ni me reveles tus
sentimientos,
que prevalecen sobre el
equívoco e intentan el largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso
todavía no es poesía.
No cantes a tu ciudad, déjala
en paz.
El canto no es el movimiento
de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es música oída al pasar;
rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, la lluvia y la noche,
fatiga y esperanza nada significan.
La poesía (no saques poesía de
las cosas)
elude sujeto y objeto.
No dramatices, no invoques.
No indagues. No pierdas tiempo
en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato
de diamante,
vuestras mazurcas y abusos,
vuestros esqueletos de familia
desaparecen en la curva del
tiempo, son algo inservible.
No recompongas
y sepultada y melancólica
infancia.
No osciles entre el espejo y
la
memoria en disipación.
Si se disipó, no era poesía.
Si se quebró, cristal no era.
Penetra sordamente en el reino
de las palabras.
Allí están los poemas que
esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay
desesperación,
hay calma y frescura en la
superficie intacta.
Están allí solos y mudos, en
estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes
de escribirlos.
Ten paciencia, si son oscuros.
Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice
y consume
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a
desprenderse del limbo.
No recojas del suelo el poema
que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma
definitiva y concentrada
en el espacio.
Acércate y contempla las
palabras.
Cada una
tiene mil rostros secretos
bajo el rostro neutro
y te pregunta, sin interés por
la respuesta,
pobre o terrible, que le
dieras:
¿trajiste la llave?
Fíjate:
huérfanas de melodía y de
concepto,
ellas se refugiaron en la
noche, las palabras.
todavía húmedas e impregnadas
de sueño,
ruedan en un río difícil y se
transforman en desprecio.
CANTO ESPONJOSO
Bella
esta mañana sin carencia de
mito,
y miel absorbida sin
blasfemia.
Bella
esta mañana u otra posible,
esta vida u otra invención,
sin, en la sombra, fantasmas.
Arena húmeda se adhiere al
pie.
Engullo el mar, que me
engulle.
Valvas, curvos pensamientos,
matices de la luz azul
completa
sobre formas constituidas.
Bello
el paso del cuerpo, su fusión
en el cuerpo general del
mundo.
Gana de cantar. Pero tan
absoluta
que me callo, repleto.