LOS DESVELOS DEL DOXÓGRAFO

La tradición doxográfica consistía en recopilar, de diversas maneras, las opiniones de terceros autores.
¿Es posible otra escritura?
En la historia, los nombres y las fechas son circunstanciales, mojones arbitrarios y consuelo de nuestras íntimas aspiraciones. Un nombre y una fecha no son más que una ilusión, que nos permite velarnos, espejarnos en el otro. Tal vez, para ocultar y evidenciar que no somos más que objetos tallados con la inmaterialidad de la palabra; objetos de sentido incierto, aunque a veces verosímil.
Somos hablados, decimos lo dicho. En el mejor de los casos armamos, con unas cuentas coloridas y los espejos que nos circundan, un universo de probabilidades imposible de explorar en una vida.
Sin embargo, hablamos. Nos hacemos a la mar en pos de Las Molucas demostrando que el encuentro, la metáfora, no es más que un accidente imprescindible.
La metáfora, multiplicadora de sentidos, siempre necesita del otro, que se los otorga. Se es dicho, bien o mal, pero se es dicho. Construcción colectiva, en la que el destino de cada letra que la forja ha extraviado la causalidad.
Somos meros vectores del lenguaje. Cada quien se las arregla, de alguna manera, con las voces que lo habitan. Todo otro ideal pareciera casi alucinado.

Jorge Pablo Yakoncick.







miércoles, 17 de marzo de 2010

HERÁCLITO, EL OSCURO (536-470 aC). Fragmentos probablemente auténticos.



Todos los fragmentos abajo publicados pertenecen a la sección VI de “Heráclito”, Los Filósofos Presocráticos, t. I, Gredos, Madrid, 1978, págs. 380-395. (Trad. Conrado Eggers Lan y Victoria E. Juliá).



“Aunque esta razón existe siempre, los hombres se tornan incapaces de comprenderla, tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto, aún cuando todo sucede según esta razón, parecen inexpertos al experimentar con palabras y acciones tales como las que yo escribo, cuando distingo cada una según la naturaleza y muestro cómo es; pero a los demás hombres les pasa inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen”. (Sexto Empírico, Adversus Mathematicos VII 132).

“Por lo cual es necesario seguir a lo común; pero aunque la razón es común, la mayoría viven como si tuvieran una inteligencia particular”. (S. E., Adv. Math. VII 133).

Heráclito dice que el tamaño del sol es “del ancho de un pie humano”. (Aecio, II 21).

Heráclito dijo que, si la felicidad estuviera en los placeres del cuerpo, diríamos “felices los bueyes cuando hallan arvejas amargas”. (Alberto Magno, De vegetabilus VI 401).

“En vano se purifican manchándose con sangre, como si alguien, tras sumergirse en el fango, con fango se limpiara: parecería haber enloquecido, si alguno de los hombres advirtiera de qué modo obra. Y hacen sus plegarias a ídolos, tal como si alguien se pusiera a conversar con casas, sin saber qué pueden ser dioses o héroes”. (Aristócr., Theosophia 68).

“El sol es cada nuevo cada día”. (Aristóteles, Meteorologica II 2, 355a).

“Si todas las cosas se convirtieran en humo, las narices discernirían”. (Arist., De Sensu V 443a).

“Todo sucede según discordia”. (Arist., Ethica Nicomachea VIII 2, 1155b).

“Los asnos preferirían desperdicios antes que oro”. (Arist., Eth. Nicom. X 5, 1176a).

“Acoplamientos: cosas íntegras y no íntegras, convergente divergente, consonante disonante; de todas las cosas Uno y Uno de todas las cosas”. (Ps-Aristóteles, De mundo 5, 396b).

“Todo animal es llevado a pastar con un golpe”. (Ps-Arist., De mundo 6, 401a).

“Sobre quienes se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas y otras distintas”. (Ario Díd. en Eus., Prep. Ev. XV 20).

“Los cerdos se regocijan más en el cieno que en agua limpia”. (Clemente, Protepticus 92, 4).

“A los Bacantes que danzan de noche, magos y celebrantes de Dioniso”, indiciados en los misterios; a unos los amenaza con lo que les sucederá tras la muerte, a otros les profetiza el fuego: “pues sacrílega es la iniciación en lo que pasa por los misterios entre los hombres”. (Clem., Prot. 22, 2).

“Si no hicieran la procesión a Dioniso y cantaran el himno a las partes impúdicas, procederían de modo más irreverente”, “pero son lo mismo Hades y Dioniso; por ello enloquecen y celebran Bacanales”. (Clem., Prot. 34, 5).

“¿Cómo podría alguien ocultarse de lo que no se pone?”. (Clem., Pedagogus II 99, 5).

“La mayoría no comprende cosas tales como aquellas con que se encuentran, ni las conocen aunque se las hayan enseñado, sino que creen haberlas aprendido por sí mismos”. (Clem., Stromateis II 8, 1).

Si no se espera lo inesperado, no se lo hallará, dado lo inhallable y difícil de acceder que es”. (Clem., Strom. II 17).

“No saben escuchar ni hablar”. (Clem., Strom. II 24).

“Una vez que nacen quieren vivir y tener su muerte”, o más bien reposar, “y dejar tras sí hijos que generan muertes”. (Clem., Strom. III 14).

“Muerte es cuantas cosas vemos al despertar, sueño cuantas vemos al dormir”. (Clem., Strom. III 21).

“Los que buscan oro excavan mucha tierra y encuentran poco”. (Clem., Strom. IV 4).

“No conocerían el nombre de Dike, si tales cosas no existieran”. (Clem., Strom. IV 9).

“A los caídos en la guerra”, “los honran los dioses y los hombres”. (Clem., Strom. IV 16).

“Muertes más grandes obtienen suertes más grandes”. (Clem., Strom. IV 49).

“El hombre en la noche enciende para sí una luz, cuando”, al morir, “se han apagado sus ojos; viviendo toca al muerto”, ya al dormir, cuando se han apagado sus ojos; “despierto toca al que duerme”. (Clem., Strom. IV 141).

“A los hombres que mueren les aguardan cosas que no esperan ni se imaginan”. (Clem., Strom. IV 144).

“El más digno de fe conoce y custodia las cosas que le parece. Y no obstante, Dike condenará también a los procreadores y testigos de cosas falsas”. (Clem., Strom. V 9).

“Los mejores escogen una cosa en lugar de todas: gloria perpetua en lugar de cosas mortales; pero la mayoría es saciada como el ganado”. (Clem., Strom. V 59)

“Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses o de los hombres lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre-vivo, encendiéndose con medida y con medida apagándose”. (Clem., Strom. V 104-Simplicio, Del Cielo, 294, 4).

“Fases del fuego: en primer lugar mar; del mar, la mitad tierra y la mitad torbellino ígneo”. “El mar se dispersa y es medido con la misma razón que había antes de que se generase la tierra”. (Clem., Strom. V 105).

“Uno, lo único sabio, quiere y no quiere ser llamado con el nombre de Zeusa”. (Clem., Strom. V 115).

“Es ley, también, obedecer la voluntad de lo Uno”. (Clem., Strom. V 115).

“Incapaces de aprender tras escuchar, se asemejan a sordos; de ellos da testimonio el proverbio: aunque estén presentes, están ausentes”. (Clem., Strom. V 115).

“Para las almas es muerte convertirse en agua; para el agua es muerte convertirse en tierra; pero de la tierra nace el agua y del agua el alma”. (Clem., Strom. VI 17).

“Los cerdos se lavan en el cieno, las aves de corral en el polvo o cenizas”. (Columella, VIII 4).

“En Prieta nació Bías de Teutameo, cuya valía era mayor que la de los demás”. (Diógenes Laercio, I 88).

“Mucha erudición no enseña comprensión; si no, se la habría enseñado a Hesíodo y a Pitágoras y, a su turno, tanto a Jenófanes como a Hecateo”. (D. L., IX 1).

“Una sola cosa es lo sabio: conocer la Inteligencia que guía todas las cosas a través de todas”. (D. L., IX 1).

“Homero es digno de ser expulsado de las competiciones y azotado; y Arquíloco, de modo similar”. (D. L., IX 1).

“La desmesura debe ser apagada más que un incendio”. (D. L., IX 2).

“El pueblo debe combatir más por la ley que por los muros de la ciudad”. (D. L., IX 2).

“Los límites del alma no los hallarás andando, cualquiera sea el camino que recorras; tan profundo es su fundamento”. (D. L., IX 7).

“No hagamos conjeturas al azar acerca de las cosas supremas”. (D. L., IX 73).

“El nombre del arco es vida; su función es muerte”. (Etimologicus Magnum 198, 23).

“Uno solo es para mí como miles, si es el mejor”. (Galeno, De dignoscendis pulsibus, VIII 773).

“Cuando se escucha, no a mí, sino a la Razón, es sabio convenir en que todas las cosas son una”. (Hipólito, IX 9, 1).

“No entienden cómo, al divergir, se converge consigo mismo: armonía propia del tender en direcciones opuestas, como la del arco y de la lira”. (Hipól., IX 9, 2).

“El tiempo es un niño que juega, buscando dificultar los movimientos del otro: reinado de un niño”. (Hipól., IX 9, 4).

“Guerra es padre de todos: a unos ha acreditado como dioses, a otros como hombres; a unos ha hecho esclavos, a otros libre”. (Hipól., IX 9, 4).

“La armonía invisible vale más que la visible”. (Hipól., IX 9, 5).

“De cuantas cosas hay vista, audición, aprendizaje, a ellas prefiero”. (Hipól., IX 9, 5).

“Se equivocan los hombres respecto del conocimiento de las cosas manifiestas, como Homero, quien pasó por ser el más sabio de todos los griegos. A éste, en efecto, engañaron unos niños que mataban piojos y le decían: cuantos vimos y cogimos, a esos los dejamos; cuantos no vimos ni cogimos, a ésos los llevamos”. (Hipól., IX 9, 5).

“Maestros de muchos es Hesíodo: consideran que sabe muchas cosas éste, quien no conoció el día y la noche, ya que son una sola cosa”. (Hipól., IX 10, 2).

“Los médicos, que cortan y queman”, “reclaman por no recibir salario digno”; pero producen lo mismo “que las enfermedades”. (Hipól., IX 10, 2-3).

“El camino recto y curvo del rodillo de cardar es uno y el mismo”. (Hipól., IX 10, 4).

“El camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo”. (Hipól., IX 10, 4).

“El mar es el agua más pura y más contaminada: para los peces es potable y saludable; para los hombres, impotable y mortífera”. (Hipól., IX 10, 5).

“Inmortales mortales, mortales inmortales, viviendo la muerte de aquellos, mueriendo la vida de éstos”. (Hipól., IX 10, 6).

“Se levantan y se convierten en guardianes despiertos de los vivos y de muertos”. (Hipól., IX 10, 6).

“Todas las cosas las gobierna el Rayo”. (Hipól., IX 10, 7).

“Indigencia y saciedad”. (Hipól., IX 10, 7).

“A todas las cosas, al llegar el fuego, las juzgará y condenará”. (Hipól., IX 10, 7).

“El dios: día noche, verano invierno, guerra paz, saciedad hambre; se transforma como el fuego que, cuando se mezcla con especias, es denominado según el aroma de cada una”. (Hipól., IX 10, 8).

“De aquello con lo cual más continuamente están juntos divergen”. (Marco Antonio, IV 46).

“No se debe hacer ni decir como los que duermen”. (Marco Anton., IV 46).

“Los que duermen son hacedores y colaboradores de lo que sucede en el mundo”. (Marco Anton., IV 46).

“El carácter humano no cuenta con pensamientos inteligentes, el divino sí”. (Orígenes, Contra Celso, VI 12).

“El hombre puede ser llamado niño frente a la divinidad, tal como el niño frente al hombre”. ”. (Oríg., C. Celso, VI 12).

“Es necesario saber que la guerra es común, y la justicia discordia, y que todo sucede según discordia y necesidad”. ”. (Oríg., C. Celso, VI 42).

(Pitágoras) “iniciador de fraudes”. (Filodemo, Retórica I, cols. 57 y 62).

“El más bello de los monos, al compararlo con la especie de los hombres, es feo”… pero también “el más sabio de los hombres en relación con Dios parece mono, tanto en sabiduría como en belleza y en todo lo demás”. (Paltón, Hippias Mayor 289a-b).

“Cambiando se descansa”. (Plotino, IV 8, 1).

“Es fatiga esforzarse para otros y ser mandados”. (Plutarco, IV 8, 1).

“Difícil es combatir con el corazón: pues lo que desea se compra al precio de la vida”. (Plut., Coriolanus 22).

La mayoría de las cosas divinas “escapan al conocimiento por falta de fe”. (Plut., Coriol. 38).

“Un hombre estúpido suele excitarse con cualquier palabra”. (Plut., De recta atione audiendi 41a).

“Como una misma cosa está en nosotros lo viviente y lo muerto, así como lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo; pues éstos, al cambiar, son aquéllos, y aquéllos, al cambiar, son éstos”. (Plut., Consolatio ad Apollonium 106e).

“Para los despiertos hay un mundo único y común, mientras que cada uno de los que duermen se vuelven hacia uno particular”. (Plut., De superstitione 166c).

“Con el fuego tienen intercambio todas las cosas y con todas las cosas el fuego, tal como el oro las mercancías y con las mercancías el oro”. (Plut., De E apud Delphos 388e).

“Se desparrama y se recoge”, “confluye y abandona”, “se acerca y se aleja”. (Plut., De E 392b).

“La sibila con su boca delirante, profiere palabras lúgubres”. (Plut., De Pythiae Oraculis 404d-e).

“El sol no traspasará sus medidas; si no, las Erinias, asistentes de Dike, lo descubrirá”. (Plut., De Exilio 604a).

“La ignorancia es mejor disimularla”. (Plut., De aud. 43d).

“Los cadáveres deberían ser arrojados al estiércol”. (Plut., Quaestiones Convivales IV 668f).

“Los perros ladran al que no conocen”. (Plut., An seni sit res publica gerenda 787c).

“Las almas tienen olfato bajo el Hades”. (Plut., De facie quae in orbe lunae apparet 943d).

“Si no hubiera sol, sería de noche”. (Plut., Aquane an ingis utililior 957a).

“Las estaciones llevan todas las cosas”. (Plut., Platonicae Quaestiones 1007d).

“Me investigué a mí mismo”. (Plut., Adversus Colotem 1118c).

“Los ojos son testigos más exactos que los oídos”. (Polibio, XII 27).

“Para el dios todas las cosas son bellas y justas, mientras los hombres han puesto que unas son injustas y otras justas”. (Porf., Cuest. Hom. a Il. IV 4).

“Común es el comienzo y el el fin en” la circunferencia “de un círculo”. (Porfirio, Quaestiones Homericae, ad Iliadis XVIII 200).

“¿Qué es lo que comprenden o se proponen? ¿Hacen caso a los aedos del pueblo y toman como maestro a la masa, ignorando que muchos son los malos, pocos los buenos?”. (Proclo, Alcibiadem May. pág. 255).

“Homero, astrólogo”. (Scholia a et t in Iliades XVIII 251).

“La naturaleza de cada día es única”. (Plut., Camillus 19).

“Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando se tienen almas bárbaras”. (S. E., Adv. Math. VII 126).

“De cuantos he escuchado discursos, ninguno llega hasta el punto de comprender que lo Sabio es distinto de todas las cosas”. (Estobeo, Flor. III 1, 174).

“Para los hombres no sería mejor que sucedieran cuantas cosas quieren”. (Estob., Flor. III 1, 176).

“La enfermedad hace a la salud agradable y buena; el hambre, a la saciedad; la fatiga, al reposo”. (Estob., Flor. III 1, 177).

“El comprender es la suprema perfección, y la verdadera sabiduría hablar y obrar según la naturaleza, estando atentos”. (Estob., Flor. III 1, 178).

“Es necesario que los que hablan con inteligencia confíen en lo común a todos, tal como un Estado en su ley, y con mucha mayor confianza aún; en efecto, todas las leyes se nutren de una sola, la divina”. (Estob., Flor. III 1, 179).

“Cuando el hombre se embriaga, se tambalea y es conducido por un niño impúber, sin atender por dónde va, al tener su alma húmeda”. (Estob., Flor. III 5,7).

“El alma seca es la más sabia y la mejor”. (Estob., Flor. III 5, 8).

“El carácter es para el hombre su demonio”. (Estob., Flor. IV 40, 23).

“Los límites del amanecer y del atardecer, la Osa y, opuesto a la Osa, el término del brillante Zeus”. (Estrabón, I 6).

“Merecerían los efesios ser ahorcados todos los que ya no son niños, y abandonar en la ciudad a los que aún son niños, porque desterraron a Hermodoro, el varón más útil entre ellos, diciendo: ‘Que ninguno de nosotros sea el único más útil; si no, que lo sea en otro lado junto a otros’”. (Estr., XIV 25).

(Ponerse aparte) = “Ponerse al lado”. (Suda).

“A la naturaleza le place ocultarse”. (Temisto, Discursos V 69).

“El más bello ornamento es como un montón de desperdicios echados al voleo”. (Teofrasto, Metaphysica 7a).

“También la bebida de cebada se descompone si no se mueve”. (Teofr., De vertigine 9).

“Que no os falte la riqueza, oh Efesios, para que se los pueda condenar por malvados” (Tzetzes, Commentaria in Aristophanis Plutum 90a).

“Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo reseco se humedece”. (Tzetzes, Scholia ad Exiges in Iliadem, 11).

“Pitágoras dijo de Mnesarco, se ejercitó en informarse más que los demás hombres, y con lo que extrajo de esos escritos formó su propia sabiduría: mucha erudición, arte de plagiarios”. (D. L., VIII 6).

miércoles, 10 de marzo de 2010

FERDINAND de SAUSSURE (Ginebra, 1857 – 1913). La Escritura como Patología de la Lengua.

"El objeto concreto de nuestro estudio es, por tanto, el producto social depositado en el cerebro de cada uno, es decir, la lengua (…)
Ahora bien, generalmente sólo la conocemos por la escritura. Incluso para nuestra lengua materna, el documento interviene a cada instante (…)
Lengua y escritura son dos sistemas distintos; la única razón de ser del segundo es representar al primero; el objeto lingüístico no es definido por la combinación de la palabra escrita y de la palabra hablada; esta última constituye por sí sola ese objeto. Pero la palabra escrita se mezcla tan íntimamente a la palabra hablada de que es imagen, que termina por usurpar el papel principal; y se llega a dar a la representación del signo vocal tanta y más importancia que al signo mismo. Es como si se creyese que para conocer a alguien vale más mirar su fotografía que se rostro.
Esta ilusión ha existido en todas las épocas, y de ella están teñidas las opiniones corrientes que se propalan sobre la lengua. Así, comúnmente se cree que un idioma se altera con mayor rapidez cuando no existe la escritura: nada más falso (…)
La lengua tiene, por tanto, una tradición oral independiente de la escritura, y fijada de un modo muy distinto; mas el prestigio de la forma escrita nos impide verlo. Los primeros lingüistas se equivocaron al respecto, como antes de ellos los humanistas.
Hemos dicho que la palabra escrita tiende a suplantar en nuestro espíritu a la palabra hablada: esto es cierto para los dos sistemas de escritura, pero tal tendencia es más fuerte en el primero (ideográfico, N. E.). Para el chino, el ideograma y la palabra hablada son signos de la idea con igual derecho; para él la escritura es una segunda lengua y, cuando en la conversación dos palabras habladas tienen el mismo sonido, recurre a la palabra escrita para explicar su pensamiento. Mas esta sustitución, debido a que puede ser absoluta, no tiene las mismas consecuencias enojosas que en nuestra escritura (…)
… la lengua evoluciona sin cesar, mientras que la escritura tiende a permanecer inmóvil. De ello se deduce que la grafía termina por no corresponder ya a aquello que debe representar. Una notación, consecuente en un momento dado, será absurda un siglo más tarde. Durante cierto tiempo, se modifica el signo gráfico para conformarlo a los cambios de pronunciación, pero luego se renuncia a hacerlo (…)
Otra causa del desacuerdo entre la grafía y la pronunciación: cuando un pueblo toma de otro su alfabeto, ocurre con frecuencia que los recursos de ese sistema gráfico se adecuan mal a su nueva función (…)
Y todavía queda la preocupación etimológica; fue preponderante en ciertas épocas, por ejemplo, en el Renacimiento. Con frecuencia incluso es una falsa etimología la que impone una grafía (…) Pero importa poco que la aplicación del principio sea correcta o no: es el principio mismo de la escritura etimológica lo que es erróneo (…)
El resultado evidente de todo esto es que la escritura oculta la visión de la lengua: no es un vestido, sino un disfraz. Se ve perfectamente por la ortografía de la palabra francesa oiseau, donde uno de los sonidos de la palabra hablada (wazo) no está representado por su signo propio; no queda nada de la imagen de la lengua.
Otro resultado es que cuanto menos representa la escritura lo que debe representar, más se refuerza la tendencia a adoptarla por base; los gramáticos se afanan por llamar la atención sobre la forma escrita. Psicológicamente esto se explica muy bien, pero tiene consecuencias enojosas. El empleo que se hace de las palabras 'pronunciar' y 'pronunciación' es una consagración de este abuso, e invierte la relación legítima y real que existe entre la escritura y la lengua. Cuando se dice que hay que pronunciar una letra de tal o cual forma, se toma la imagen por el modelo. Para que oi pueda pronunciarse wa, sería preciso que existiese por sí mismo. En realidad es wa lo que se escribe oi (…)
Estas ficciones se manifiestan hasta en las reglas gramaticales (…) la h aspirada ya no existe, a menos que se denomine con ese nombre a esa cosa que no es un sonido, pero ante lo cual no se hace ni enlace ni elisión. Es por tanto un círculo vicioso, y la h no es más que un ser ficticio salido de la escritura
Lo que fija la pronunciación de una palabra no es su ortografía: es su historia. Su forma, en un momento dado, representa un momento de la evolución que está obligada a seguir y que es regulada por leyes precisas. Cada etapa puede ser fijada por la precedente. Lo único a considerar, lo que más se olvida, es la ascendencia de la palabra, su etimología (…)
Pero la tiranía de la letra va más lejos aún: a fuerza de imponerse a la masa, influye sobre la lengua y la modifica. Esto no ocurre más que en los idiomas muy literarios, en los que el documento escrito juega un papel considerable. Entonces la imagen visual llega a crear pronunciaciones viciosas; ahí nos hallamos ante un hecho propiamente patológico (…)
Estas deformaciones fónicas pertenecen realmente a la lengua, sólo que no derivan de su juego natural; son debidas a un factor que le es extraño. La lingüística debe ponerlas en observación en un compartimento especial; son casos teratológicos".


(fragmentos del CAPÍTULO VI de la Introducción, “Representación de la Lengua por la Escritura”, Curso de Lingüística General, Planeta-Agostini, 1994)

miércoles, 3 de marzo de 2010

PARRA POR DIPRÉ. Recuerdo del parricidio.

“… cada uno tiene uno o dos padres textuales, y como dice la teoría extrapolada del doctor Freud, en algún momento hay que consumar el parricidio. En mi caso qué duda cabía, tiene el peso doble del parricidio, y quizá otro adicional más, otro volumen, que es el de haber ido contra la escritura de Parra mimándola, quebrándola, fagocitándola. Ganando o perdiendo, eso no importa tanto mientras el parricidio se consume, y uno se desprende y anda por la vida sin tantos complejos. No hay parricidio que no sea un homenaje”. (Jorge Dipré, de correspondencia personal).


ES OLVIDO

Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,
No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
Ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
Supe de la su muerte inmerecida,
Nueva que me causó tal desengaño
Que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
Por la gente que trajo la noticia
Debo creer, sin vacilar un punto,
Que murió con mi nombre en las pupilas.
Hecho que me sorprende, porque nunca
Fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
Relaciones de estricta cortesía,
Nada más que palabras y palabras
Y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
Sólo queda un puñado de cenizas),
Pero jamás vi en ella otro destino
Que el de una joven triste y pensativa
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
Con el celeste nombre de María,
Circunstancia que prueba claramente
La exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
Sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
Que comprendan que yo no la quería
Sino con ese vago sentimiento
Con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
Lo que a esta fecha aún me maravilla,
Ese inaudito y singular ejemplo
De morir con mi nombre en las pupilas,
Ella, múltiple rosa inmaculada,
Ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
Que se pasa quejando noche y día
De que el mundo traidor en que vivimos
Vale menos que rueda detenida:
Mucho más honorable es una tumba,
Vale más una hoja enmohecida.
Nada es verdad, aquí nada perdura,
Ni el color del cristal con que se mira.

Hoy es un día azul de primavera,
Creo que moriré de poesía,
De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.

Nicanor Parra, de Poemas y Antipoemas, 1954.


Doxografía:

“… el texto propio tiene el agregado de que fue reescrito muchas veces, y esta es la versión más pasable (no la que me llena, pero hasta ahí avancé), y tiene su origen en una situación personal… ahora quizá ya no lo recuerde para no perder eso que atesoro, con un poco de vergüenza, pero con mucha gratitud”. (J. D., ibid).


QUERIDA AMIGA (Es Olvido)

‘la poesía suele tener
el costo de una ausencia’



Ni el poema (ni yo)
puede encontrar tu nombre
ni puede él
encontrarse en sí

Hurga en aquel estío
de plaza estridente y joven,
(Tu enorme sonrisa quemada
en blanco)

La brisa
la brisa arrastraba hojas
que sobrevivieron al invierno
se llevaba las voces a otro lugar;
voces que apretadas entre ramas
junto a trinos de aves oscuras
eran arrojadas lejos del pueblo
a recibir ocasos extraños
(Te ríes
en algún lugar
te ríes)

Ahora que estoy viejo y arruinado
como un leño podrido
o una bolsa de arpillera
Ahora que miro detrás del vidrio
las muchachas matinales
cómo surgen de la rutina de la urbe
arrollan con su menear a los taxis
borran los interminables colectivos
despabilan a los grises oficinistas
y corrompen la mirada del varón santo
sé que me ofrecías
un rubí
pero yo era como los pavos reales
con su cola
vacío como un absurdo cofre.

Sobrevuelas mis anocheceres
como abolidos pétalos
de una constelación de gestos.
¿Cómo te llamabas?
¿Qué importa, verdad?
cualquier nombre quebraría el conjuro
como si finalmente
el poema se encontrara
(dejándonos sin poesía).


Jorge Dipré, de Parricidio, 1990, líbro inédito.

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Jorge Dipré, nació en Ceres, Prov. de Santa Fe, Argentina, en 1960.
PUBLICACIONES:
Cenizas- Venado Tuerto, 1983, Editorial Expresión. Poesía. (Libro compartido con Elsa Pfleiderer, Leandro Tuntisi, Oscar Baldomá, Boris Padován y Juan Carlos Rodriguez).
Sacramento- Venado Tuerto, 1984, Editorial Transparencia. Poesía. (Libro compartido con Leandro Tuntisi).
Hacia Arriba- Venado Tuerto, 1984, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía.
El Señor S- Rosario, 1985, Ediciones El Heresiarca & Cía. Prosa. (Escritura en común con Jorge P. Yakoncick).
13- Rosario, 1987, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía. (Libro en común con Oscar P. Baldomá).
El Bodrio- Rosario, 1990, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía. (libro en común con Jorge P. Yakoncick).
Del Señor S sólo sueños- Rosario, 1991, Ediciones Cooperativas No Muerden. Prosa. (Escritura en común con Jorge P. Yakoncick).
Poemas Notables- Rosario, 1993, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía (parte integrante del libro Desfile de Monstruos)
Entre Trenes – Resistencia, 1990-2004, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía (edición digital, http://ar.geocities.com/elheresiarca/entretrenes.swf)
Merodea – Córdoba, 2006, Ediciones Recovecos. Poesía
Todo se quema aquí - Córdoba, 2009, Ediciones Recovecos. Poesía.
Fue co-director de la revista Transparencia, La Turbamulta, Piedra Libre; secretario de redacción de la revista Expresión.
Integró, en Venado Tuerto, ‘LUZ –grupo pro Arte y Cultura’ y participó, en Rosario, del ‘Poeta Manco’.
Fundó, junto a Pablo Beker, Jorge Yakoncick, Juan Carlos Rodríguez, Carmen Bruna y Oscar Pablo Baldomá, la revista La Luna de Tlön.
Cursó la carrera de Letras en la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario.
Dirigió la esporádica editorial El Heresiarca & Cía. desde 1984.
Estuvo a cargo de la revista electrónica de textos ‘de Cierta Poesía’, publicación digital transformada en ‘La Luna de Tlön’, 2ª época, y de los boletines electrónicos de ‘El Heresiarca’
Ha participado del primero y del noveno FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA en ROSARIO -como lector. También ha coordinado mesas de poetas en otras ediciones del referido festival, y en la Feria del Libro en Córdoba, durante el 2007.