LOS DESVELOS DEL DOXÓGRAFO

La tradición doxográfica consistía en recopilar, de diversas maneras, las opiniones de terceros autores.
¿Es posible otra escritura?
En la historia, los nombres y las fechas son circunstanciales, mojones arbitrarios y consuelo de nuestras íntimas aspiraciones. Un nombre y una fecha no son más que una ilusión, que nos permite velarnos, espejarnos en el otro. Tal vez, para ocultar y evidenciar que no somos más que objetos tallados con la inmaterialidad de la palabra; objetos de sentido incierto, aunque a veces verosímil.
Somos hablados, decimos lo dicho. En el mejor de los casos armamos, con unas cuentas coloridas y los espejos que nos circundan, un universo de probabilidades imposible de explorar en una vida.
Sin embargo, hablamos. Nos hacemos a la mar en pos de Las Molucas demostrando que el encuentro, la metáfora, no es más que un accidente imprescindible.
La metáfora, multiplicadora de sentidos, siempre necesita del otro, que se los otorga. Se es dicho, bien o mal, pero se es dicho. Construcción colectiva, en la que el destino de cada letra que la forja ha extraviado la causalidad.
Somos meros vectores del lenguaje. Cada quien se las arregla, de alguna manera, con las voces que lo habitan. Todo otro ideal pareciera casi alucinado.

Jorge Pablo Yakoncick.







lunes, 17 de septiembre de 2012

POESÍA PRECOLOMBINA: DIOSES



CANTO A HUITZILOPOCHTLI

Huitzilopochtli, el guerrero. Nadie es igual a mí.
No en vano me he puesto el vestido de plumas amarillas.
Por mí ha salido el sol.

Yo, Huitzilopochtli.
Nadie es igual a mí.
Nadie es como yo.
Me he puesto las plumas de quetzal,
las piedras precisosas verdes,
todo mi traje,
el vestido de plumas amarillas.
Por mí ha salido el sol.
Por mí ha amanecido.

El hombre del país de las nubes
supo el pronóstico aciago.
Al hombre del país del frío
le quitó un pie.

Se distribuyen las plumas
que se pone el jefe guerrero.
Mi dios se llama el que viene contra la gente,
el que vence a la gente.
Enciende la muralla de los que son combatidos,
coloca allí la blanca greda y los plumiones,
su atavío de guerrero
y esto quiere decir:
Él da la guerra,
gratifica con ella a la gente,
él hace la guerra.

Temible el dios de Tlaxotla.
Arremolinaba polvo,
arremolinaba polvo.
Temía él antes de empezar la guerra.

Cuando la guerra empezó
ya no le tuvo miedo a nadie.
Si se levanta el polvo,
si se ha nublado el polvo.

Los de Amantlán,
los artistas plumarios,
son enemigos.
En su casa estarán.
Reúneme allá.
En su casa se hará la guerra.
Arderá su casa.

Gente de Pipitlán,
gente enemiga.
Reúneme allá.
En su propia casa,
la guerra.


CANTO DEL GUERRERO EN LA CASA DEL SUR

¡Oh jefe mío en la casa del dardo!
No es éste el nombre a que presto atención.

Nadie me conoce: yo obro sortilegios;
nadie me conoce: yo soy el Guerrero.
Se han doblegado las cabezas ante mi capitán
en la mansión de las flechas:
dan alaridos de injuria en la morada de mi hijo.

El caudillo de los guerreros jóvenes,
el jefe en el templo del gusano,
vistió traje de águila
en varios lugares sembrando de puntas de obsidiana.

¡Oh joven guerrero de Oolopan!
Mi prisionero viste plumas pegadas.
Yo me hago temer,
yo me hago temer,
mi prisionero viste plumas pegadas.

¡Oh joven guerrero
En el templo de la culebra de puntas de obsidiana!
Mi prisionero viste plumas pegadas.
Yo me hago temer,
yo me hago temer,
mi prisionero viste plumas pegadas.

Sacerdote del templo del sur,
nació el prodigio.
Se ha hecho de día, se ha hecho de día.
La distinción se alcanza para lo venidero
después del sacrificio de mi esclavo.
El sol brilla.
Amaneció.
Hase abierto el cielo matutino
donde los sacrificados deben morar.


CANTO DEL DIOS DE LA LLUVIA

¡Oh!
México entregado al servicio en la casa del dios.
La bandera de papel enarbolada
hacia los cuatro puntos cardinales.
No es hora de la tristeza.

¡Oh!,
Yo, dios de la Lluvia, he sido creado,
mi sacerdote se pintó de rojo oscuro con sangre.
Gastan todo el día
en la hechura de la lluvia
en el patio del templo.

¡Oh caudillo mío! ¡Príncipe hechicero!
Tuyos son tus alimentos.
Tú los produces aunque alguien te agravie,
te retenga la víctima.

Pero me agravia, me retienen la víctima,
no me contentan
mis padres, mis viejos sacerdotes,
el sacerdote jaguar.

¡Oh!, de Tlalocan,
la casa turquesa, casa azul,
vino tu padre Acatónal.
De allá vinieron,
de la casa turquesa,
casa de pino,
de allá vinieron mis padres,
mis viejos sacerdotes,
Acatónal.

¡Oh!, id, estableceos en la montaña Poyauhtlan:
con la sonaja de niebla se atrae la lluvia,
del reino del dios de la lluvia,
se hechiza el agua,
con la sonaja de niebla se encanta la lluvia.

¡Oh! Mi hermano mayor,
el que tiene un brazalete de plumas amarillas,
iré; eso es motivo para él de llanto.
Iré, allá llora él.

¡Oh, a la región donde se juntan los muertos envíame!
De allí bajó su imperio.
Si yo hablare con el príncipe de los presagios,
si yo fuere allá, llora al punto.

Al cabo de cuatro años no fue traído:
ya no era conocido, ya no era tomado en cuenta,
de la religión del misterio, de la mansión de plumas de quetzal,
de la región de la abundancia viene el que enriquece al mundo.

¡Oh, id, estableceos en Poyauhtlan,
con la sonaja de niebla se atare agua,
poned vuestra casa en Poyauhtlan,
con la sonaja de niebla se atrae el agua.


CANTO DE LA MADRE DE LOS DIOSES

Nuestra madre se ha abierto como flor,
vino de Tamoanchan.
La flor amarilla se ha abierto.
Ella, nunca madre,
su cara pintada con la piel de muslo de la diosa,
vino de Tamoanchan.

La flor amarilla se ha abierto,
ella, nuestra madre,
su cara pintada con la piel de muslo de la diosa,
vino de Tomoanchan.

La flor blanca se ha abierto.
Ella, nuestra madre,
pintada la cara con la piel de muslo de la diosa,
vino de Tomoanchan.

La flor blanca se ha abierto.
Ella, nuestra madre,
pintada la cara con la piel de muslo de la diosa,
vino de Tomoanchan.

¡Oh!, se ha convertido en dios,
al pie de la planta espinosa, nuestra madre,
Mariposa de Obsidiana.

¡Oh!, tú viste los nueve páramos,
con corazones de ciervo se nutre
nuestra madre, la diosa de la tierra.

¡Oh!, recientemente se le untó de creta,
hacia los cuatro puntos cardinales quebró la flecha.
Blanca tiza y nuevas plumas,
hacia los cuatro puntos cardinales voló la flecha.

Convertida en ciervo te vieron en le páramo
aquel Xiuhnel y aquel Mimich.


CANTO DEL NACIDO EN EL ESCUDO

En su escudo, armado con su escudo,
fue dado a luz por la doncella, el caudillo Guerrero.

El que ganó su título de héroe en la montaña de la culebra,
entre las montañas,
con su pintura facial de guerrero
y con su escudo de águila.
Nadie ciertamente se levanta contra él,
la tierra tembló
cuando se puso su pintura facial de guerrero
y tomó su escudo de águila.


CANTO DEL DIOS DEL FUEGO

¡Oh padres míos!
¿debo haceros agravio en el Tzommolco,
templo del dios del fuego?
¿Reteneros injustamente la víctima?
¿Debo haceros agravio en Tetemocan,
reteneros injustamente la víctima?
Yo, hombre de Tzommolco, oh padres míos,
¿debo agraviaros, reteneros injustamente la víctima?
Allá es mi patria, en el Tetemocan,
¿debo agraviaros, reteneros injustamente la víctima?

En el templo Mecatlan, oh señores míos,
retumba el timbal hecho de madera de yuca.
En el Chicueyocan, casa de los disfraces,
ha descendido el disfraz, la danza con máscara.
En el Tzommolco han empezado a cantar,
en el Tzommolco han empezado a cantar.
¿Por qué no venís acá?
¿Por qué no venís acá?
En el Tzommolco han empezado a cantar.
En el Tzommolco han empezado a cantar.

Ha salido el sol, la hora del sacrificio ha llegado ya,
dadme los hombres que me pertenecen,
las víctimas que me están destinadas.

En el Tzommolco, el canto toca a su fin,
ojalá el dios recompense con riquezas
la danza de los señores.

Oh mujercita, haz la petición,
señora de la casa de la niebla,
haz la petición delante de las puertas,
afuera, delante de las puertas.


CANTO DE LA CULEBRA DE NUBES

De las Sioete Cuevas provino.
De las Siete Cuevas provine yo.

Yo nací, yo nací: nací con mi flecha de cactus,
nací con mi flecha de cactus.

Yo nací, yo nací: nací con mi bolsa de red.

Lo cojo con la mano, lo cojo con la mano.
Ah, lo cojo con la mano, lo cojo con la mano,
y ya ha sido cogido.


CANTO DEL DIOS DE LAS FLORES

En la plaza del juego de pelota
canta el faisán precioso,
le contesta el Dios del Maíz.
Cuando llegue el tiempo para nosotros,
nos arreglaremos nuestra plaza de juego de pelota.
Allí cantaremos, y con nosotros el faisán precioso.

Ya canta nuestro amigo, canta el faisán precioso.
En el crepúsculo, el rojo del maíz.

Mi canto debe oírlo el señor del Crepúsculo,
el dios con la pintura facial de piel de muslo.
Mi canto debe oírlo el dios de la Tierra.
Ojalá sea oído nuestro canto…
Ojalá lo oigan los hombres de la tierra.

¡Envío mi mandato
a los servidores de la mansión de Tláloc!
Llegué al lugar donde los caminos se juntan,
yo, Dios del Maíz.
¿Dónde debo ir? ¿Qué camino debo seguir?
¡Servidores del dios de Tlalocan,
dioses de la lluvia!
Ahora me iré de mi patria,
dioses de la lluvia.


CANTO DEL PRÍNCIPE DE LOS OTOMI

En la copa de pino transformada en escudo
fue llevado a la altura el que cayó a la tierra.
En Nonualco fue llevado a la altura
el corazón del prisionero,
preciosa tuna, pitahaya,
ya corazón de fuera.
(Lo elevan para consagrarlo al Sol,
príncipe de la turquesa,
águila que asciende…
Con él lo regalan,
con él lo alimentan.)

(Y después que ha sido ofrendado
lo ponen en la copa de águila…
¡Prisioneros sacrificados, gente águila!)

Soy el tepaneca, el brazalete de piedra preciosa,
el muerto convertido en divino,
soy Quetzalcóatl, arrojado al fuego
como el prisionero que asciende hecho sol.

¿Dónde se abrió él como flor?
¿Dónde se abrió él como flor?

En el país de los otomí, en el país vecino,
¡oh mexicanos,
él fue ofrendado en el país vecino,
oh mexicanos!

Con el escudo y con pintura sagrada,
él fue ofrendado en el país vecino.
¡Oh mexicanos!


CANTO DE LA DIOSAS SENTADA EN LA TORTUGA

En la casa de la diosa sentada en la tortuga dio a luz.
Donde está la casa del asiento de tortuga
dio la mujer a luz un niño.

Allí viene uno a la vida, allí nace.
¡Ven acá, ven!
¡Ven acá, niño recién nacido, ven acá!

¡Ven acá, ven!
Ven acá, ven acá, tú, niño, tú, perla, tú, pluma de gala.


CANTO DE LA DIOSA DE LA TIERRA

La mujer del águila, la mujer del guerrero, la guerrera,
está pintada con sangre de serpiente
y plumas de águila forman su corona.
El alto ciprés (la defensa, el amparo)
del país de los de Chalma, la de Colhuacán.

El maíz, el sostén, el alimento,
está en el campo divino.
En el báculo de sonajas se apoya.
El báculo de sonajas es su báculo.

La espina de maguey, la espina de maguey,
descansa en mi mano
en el campo del dios.
En el báculo de sonajas se apoya.
El báculo de sonajas es su báculo.

El haz de hierba, la escoba, está en mi mano,
en el campo del dios.
En el báculo de sonajas se apoya.
El báculo de sonajas es su báculo.

Trece águilas, así se llama ella, nuestra madre,
la diosa de los de Chalma.
Entrégame el dardo fabricado de la planta espinosa,
la insignia sagrada,
es mi hijo Mixcóatl.

Nuestra madre la guerrera, nuestra madre la guerrera,
el ciervo de Colhuacán ya viste plumas de águilas.

Ha despuntando el día, la mañana,
se publicó la orden de la guerra,
¡ojalá arrastren hacia acá hombres cautivos!
Todo el país debe ser desolado.
El ciervo de Colhuacán viste plumas de águila.

Yo regalo plumas de águila son vuestra pintura.
El que combate valientemente en la guerra
se pinta con plumas de águila.


CANTO DEL ATAMALCUALOYAN

Mi corazón está brotando flores en la mitad de la noche.

Llegó nuestra madre, llegó la diosa Tlazoltéotl.
Nació el Dios del Maíz en Tamoanchan,
en la región de las flores, Una-Flor.

Nació el Dios del Maíz en la región de la lluvia y la niebla,
donde se hacen los hijos de los hombres,
donde se adquieren los peces preciosos.

Ya va a relucir el día, ya va a levantarse el alba:
libando están las variadas preciosas aves,
en la región de las flores.
En la tierra te has puesto de pie en la plaza,
oh, el Príncipe Quetzalcóatl.

Haya alegría junto al Árbol Florido, variadas aves preciosas:
alégrense las variadas aves preciosas.
Oye la palabra de nuestro dios:
la palabra del Ave Preciosa:
no hay que disparar contra nuestro muerto:
no hay que lanzar el tiro de la cerbatana.

Ah, yo he de traer mis flores:
la flor roja como nuestra carne,
la flor blanca y bien oliente,
de allá donde se yerguen las flores.

Juega a la pelota, juega a la pelota el viejo Xólotl,
en el encantado campo de pelota juega Xólotl,
un hueco hecho de jade.

Mira, empero, si se coloca el dios-Niño
en la mansión de la noche,
en la mansión de la noche.

Oh Niño, oh Niño: con amarillas plumas tú te atavías:
te colocas en el campo de juego de pelota:
en la mansión de la noche, en la mansión de la noche.

El de Oztoman, el de Oztoman, a quien Xochiquétzal rige,
el que manda en Cholula.

Teme mi corazón, teme mi corazón
que aún no venga el Dios del Maíz.

El de Oztoman, que tiene cangrejos, cuya mercancía
son orejeras de turquesa,
cuya mercancía son pulseras de turquesa.

Dormido, dormido duerme.
Con la mano he enrollado aquí a la mujer, yo el dormido.


CANTO DE NUESTRO SEÑOR EL DESOLLADO BEBEDOR DE LA NOCHE

Oh bebedor de la noche, ¿por qué ahora te disfrazas?
Ponte tu ropaje de oro, revístete de la lluvia.

Oh mi dios, dádiva de piedras preciosas tu agua,
al bajar sobre los acueductos,
trueca en plumas de quetzal al sabino.

La preciosa serpiente de fuego al fin me dejó.

No vaya yo a perecer, yo la tierna mata del maíz:
mi corazón es cual esmeralda: he de ver el oro.
Mi corazón se refrigerará: el hombre madurará,
habrá nacido el caudillo de la guerra.

Oh mi dios, haya abundancia del maíz:
la tierna mata del maíz se estremece ante ti,
tiene fija en ti la vista hacia tus montañas, te adora.

Mi corazón se refrigerará: el hombre madurará,
habrá nacido el caudillo de la guerra.


CANTO DEL DIOS DE LA MÚSICA Y EL FUEGO

Ah, vengo de donde se yerguen las flores,
yo, sacerdote del viento, dueño del rojo crepúsculo.

Vayamos, abuela mía, la pintada con piel de muslo,
dueña de la aurora, así como soy
sacerdote del viento, dueño del rojo crepúsculo.

El príncipe de los funestos presagios
y mi señor Tezcatlipoca correspondan al Dios del Maíz.

En Tezcatzonco, donde se adquiere la vida,
al Guerrero-Conejo lo creó un dios:
yo he de restituir, yo he de perforar el madero del fuego
en la montaña de Mixcóatl, en Colhuacán.

Entre voces resonantes taño el espejito,
el espejito de Tazcatzóncatl:
la cabeza blanca se vuelve de aceda:
el pulque se hace fuerte y maduro.


CANTO DE SIETE-SERPIENTES

Diosa de las siete mazorcas, levántate, despierta
pues que tú, nuestra madre, nos abandonas ahora
y te vas a tu patria Tlalocan.

Levántate, despierta,
pues que tú, nuestra madre, nos abandonas ahora,
te vas a tu patria Tlalocan.


CANTO DEL DIOS DE ATLAHUA

Yo, el hombre del país Chalman.
Yo, el hombre del país Chalman.
El del interrumpido ayuno,
el del interrumpido ayuno,
el del disco en la frente, su insignia capital.

Grande es tu rama de pino.
La vieja diosa la deposita.
Grande es tu rama de pino.

Yo te llamo “Señor de la caña”.
Utilizas el escudo para sangrarte sobre él.
Yo te llamo “Señor de la caña”.

Él no trae ninguna flecha es mi orgullo.
La caña es mi flecha,
la caña hendida es mi orgullo.

En el templo de Tetoman vino a la vida
el caudillo guerrero, mi dios Atlahua
que ahora es un quetzal,
por eso lo alimento yo,
por eso lo alimento yo.


CANTO DEL DIOS DE LOS MERCADERES Y DE LOS VIAJEROS

Sin saberlo yo, fue declarada.
Sin saberlo yo, fue declarada,
fue declarada la guerra en que Tzocotzontla resultó vencida.
Sin saberlo yo, fue declarada.

A Pipitla le fue declarada,
a Pipitla, sin saberlo yo, le fue declarada,
a Cholotla le fue declarada,
a Cholotla, sin saberlo yo, le fue declarada.

Conseguí los alimentos, el maíz.
Con trabajo me trajeron mis sacerdotes el corazón del agua
del lugar donde está esparcida la arena.
La tortuga de flor y la tortuga de cieno.

Me quemo a mí mismo en el cofre de piedra preciosa.
Con trabajo me trajeron mis sacerdotes el corazón del agua
del lugar donde está esparcida la arena.

Cuando sea de día, cuando la mañana despunte,
debéis ir, sacerdotes míos,
al país donde está esparcida la arena, a Tlalocan.
Encendió el cofre de piedra preciosa,
por eso venció.


CANTO A LOS CONSTRUCTORES

¡Salud, oh Constructores, oh, Formadores!
Vosotros veis.
Vosotros escucháis.
¡Vosotros!
No nos abandonéis, no nos dejéis,
¡Oh Dioses!, en el cielo, sobre la tierra,
Espíritu del Cielo, Espíritu de la Tierra.
Dadnos nuestra descendencia, nuestra posteridad,
mientras haya días, mientras haya albas.
Que la germinación se haga.
Que el alba se haga.
Que numerosos sean los verdes caminos,
las verdes sendas que vosotros nos dais.
Que tranquilas, muy tranquilas, estén las tribus.
Que perfectas, muy perfectas, sean las tribus.
¡Que perfecta sea la vida, la existencia que nos dais!
¡Oh Maestro Gigante, Huella del Relámpago, Esplendor del Relámpago!
Huella del Muy Sabio, Esplendor del Muy Sabio,
Gavilán,
Maestros-Magos,
Dominadores,
Poderosos del Cielo,
Procreadores,
Engendradores,
Antiguao Secreto,
Antigua Ocultadora,
Abuela del Día, Abuela del Alba…
¡Que la germinación se haga! ¡Que el alba se haga!
¡Que numerosos sean los verdes caminos,
las verdes sendas que vosotros nos dais!
¡Que tranquilas, muy tranquilas, estén las tribus!
¡Que perfectas, muy perfectas, sean las tribus!
¡Que perfecta sea la vida, la existencia que nos dais!


CANTO A LAS BELLEZAS DEL DÍA

¡Salve, Bellezas del Día,
Maestros Gigantes,
Espíritu del Cielo!
¡Espíritus de la Tierra!
¡Dadores del Amarillo!
¡Dadores del Verde!
¡Dadores de Hijas!
¡Dadores de Hijos!
¡Volveos hacia nosotros, esparcid el verde, el amarillo,
dad la vida, la existencia a mis hijos, a mi prole!
¡Que sean engendrados, que nazcan vuestros sostenes,
vuestros nutridores, que os invoquen en el camino,
En la senda, al borde de los ríos,
En los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos!
¡Dadle hijas, hijos! ¡Que no haya desgracia ni infortunio!
¡Que la mentira no entre detrás de ellos, delante de ellos!
¡Que caigan, que no se hieran, que nos se desgarren, que no se quemen!
¡Que no caigan ni hacia arriba del camino, ni hacia abajo del camino!
¡Que no haya obstáculo, peligro detrás de ellos, delante de ellos!
¡Dadles verdes caminos, verdes sendas!
¡Que no hagan ni su desgracia, ni su infortunio,
vuestra potencia, vuestra hechicería!
¡Que sea buena la vida de nuestros sostenes, de vuestros nutridores,
ante vuestras bocas, ante vuestros rostros,
oh Espíritus del Cielo,
oh Espíritus de la Tierra,
oh Fuerza Envuelta,
oh Pluvioso,
Volcán,
en el Cielo, en la Tierra,
en los cuatro ángulos, en las cuatro extremidades,
en tanto exista el alba,
en tanto exista la tribu, oh dioses!